Hoy os traigo una receta un poco «rara». Y digo rara porque en realidad no es receta como tal en la que veáis ingredientes o un paso a paso. Se trata de cómo reutilizar un bizcocho que no nos ha salido bien (ya sea porque no ha crecido suficiente, porque la harina no era la adecuada, porque la levadura nos ha fallado, porque el horno no ha funcionado bien) y evitar así tirarlo.
Lo que en mi casa hacemos (y esto me lo ha enseñado mi madre) es cortar el bizcocho en láminas no muy gruesas y freirlo en aceite de girasol. Después pasamos los trozos por una mezcla de azúcar y canela. Para acompañar el café y el té a modo de pastas o galletas quedan fenomenal. Crujientes y sabrosos.
Espero que con este truquito nunca tengáis que tirar un bizcocho más a la basura. 🙂